Envidio a todas esas personas que pueden verte.
Esa sonrisa y esos ojos, juntos, se deben ver muy bonitos de cerca. Pero se deben ver mejor cuando, algún día, sonrías después de besarme y tus ojos expresen lo mucho que me quieres.
También escribo esperando a que me dé sueño, esperando a dormir para soñar contigo, y tú, allá, durmiendo con otra, o peor, no dejándola dormir.
Después de tantas palabras bonitas, que llevan, en más de siete párrafos, un “no me olvides” en cada espacio y un “no me dejes ir, vuelve” en cada signo de puntuación, lo acepto: este es el primer paso en el largo camino que será olvidarte. Porque no, no olvido ni en dos días, ni en dos meses a una persona que me robó tantas sonrisas.
Esta es la historia que no fue, porque no fuimos, o fuimos pero no del todo; eres tal vez, una de las historias más bonitas que tengo para contar.
Y sí, por ahora y no sé por cuánto tiempo más, seguirás siendo ese, en el que piense todas las noches antes de dormir. Y para que no sepas que te estoy olvidando, escribiré en estas hojas todo lo que me gustaría decirte, y así, sin que te des cuenta, llegará el día en que ya no piense más en ti.
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