Yo soy de la clase de persona que no tiene miedo a nada, ni arañas, víboras, ratones, oscuridad o alturas.
Ninguno de esos podría ser tan grande como para causarme algún miedo. Y luego lo conocí. Todo estaba bien hasta que tuve que aprender a tomar decisiones. “¿Y si la que escojo no es buena? ¿Y si lo pierdo? ¿Y si no es lo que esperaba? El fácil puede olvidarme”, esas y más preguntas que me hacía cuando se trata sobre nosotros, un miedo tan grande que ni describirlo podría. Después me decía a mi misma; “Hasta aquí, me canse de estar entre un si y un no, entre amigos y algo más, ni frío ni caliente”, y ahí es cuando tomo la más grande de mis decisiones, la de dejarlo y seguir con lo mío, pero aquí es cuando él tiene la grandiosa idea de no dejarme ir, de convencerme, de hablarme de un nosotros, de algo que podría pasar, de que todo estará bien y entonces ahí es cuando yo caigo de nuevo con una de sus tantas palabras, segura de que no me fallará, pensando que en verdad lo podemos intentar.
Y aquí es cuando viene mi miedo, ¿Y si en una de mis malas decisiones de ya no tener nada, él se cansa y me apoya? ¿Y si alguna vez él ya no decide seguir con algo que no es seguro y se da por rendido?.
Entonces si me preguntan; ¿Tienes algún miedo? -Sí, si tengo un miedo y es el de perder lo que aún no es mío, el no saber aprovechar algo que podría ser mejor de lo que he tenido.
Desde ahora pensaré mejor en mis decisiones y no las tomaré sólo por mi estado de ánimo.
Ninguno de esos podría ser tan grande como para causarme algún miedo. Y luego lo conocí. Todo estaba bien hasta que tuve que aprender a tomar decisiones. “¿Y si la que escojo no es buena? ¿Y si lo pierdo? ¿Y si no es lo que esperaba? El fácil puede olvidarme”, esas y más preguntas que me hacía cuando se trata sobre nosotros, un miedo tan grande que ni describirlo podría. Después me decía a mi misma; “Hasta aquí, me canse de estar entre un si y un no, entre amigos y algo más, ni frío ni caliente”, y ahí es cuando tomo la más grande de mis decisiones, la de dejarlo y seguir con lo mío, pero aquí es cuando él tiene la grandiosa idea de no dejarme ir, de convencerme, de hablarme de un nosotros, de algo que podría pasar, de que todo estará bien y entonces ahí es cuando yo caigo de nuevo con una de sus tantas palabras, segura de que no me fallará, pensando que en verdad lo podemos intentar.
Y aquí es cuando viene mi miedo, ¿Y si en una de mis malas decisiones de ya no tener nada, él se cansa y me apoya? ¿Y si alguna vez él ya no decide seguir con algo que no es seguro y se da por rendido?.
Entonces si me preguntan; ¿Tienes algún miedo? -Sí, si tengo un miedo y es el de perder lo que aún no es mío, el no saber aprovechar algo que podría ser mejor de lo que he tenido.
Desde ahora pensaré mejor en mis decisiones y no las tomaré sólo por mi estado de ánimo.
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