Llegó de puntitas, se acomodó la falda y se sentó a mi lado, mientras miraba la ciudad a través de la ventana sonrió y comenzó a contarme de ti, de tus besos a veces suaves y otras violentos, de tus manos y tus risas.
Me contó de aquella vez que iban caminando de la mano y te acercaste despacio a ella para decirle "Te quiero", me dijo también que una parte chiquita de ella tenía miedo, pero otra saltaba de alegría por tu detalle.
Me contó de la primera pelea que tuvieron y como lloró toda la noche, de la primera vez que… bueno, me contó que también no era tu primera vez.
Me contó de cómo vivieron tanto y se hicieron viejos antes de tiempo, se desgastaron…
Y así, mirando hacia la ventana rodó una brillante gota por su cara que casi la rompió en dos.
¡PARA!.... Le dije, ya no me hables de él,
¿Qué no ves que te hace mucho daño recordarlo, soledad?
Me contó de aquella vez que iban caminando de la mano y te acercaste despacio a ella para decirle "Te quiero", me dijo también que una parte chiquita de ella tenía miedo, pero otra saltaba de alegría por tu detalle.
Me contó de la primera pelea que tuvieron y como lloró toda la noche, de la primera vez que… bueno, me contó que también no era tu primera vez.
Me contó de cómo vivieron tanto y se hicieron viejos antes de tiempo, se desgastaron…
Y así, mirando hacia la ventana rodó una brillante gota por su cara que casi la rompió en dos.
¡PARA!.... Le dije, ya no me hables de él,
¿Qué no ves que te hace mucho daño recordarlo, soledad?