OMe había hecho llegar hasta el punto en que desde aquí aún podía escuchar tu carcajada acuática, siempre rompiéndose como las olas, como yo, mientras siento que el vértigo me carcome el estómago y me quedo sin piernas.
Sé que me miras desde algún escondite, disfrutas verme caer en ti. Sin embargo, tu parte favorita es cuando intento levantarme y andar por la vida como si nada, tratando de hacer lo que se supone debo de hacer, pretendiendo que no estás dentro mío ardiendo, dando grandes saltos, como jugando con los ojos cerrados mirando hacia arriba mientras levantas tus brazos al mismo tiempo que todo tu cuerpo tan trasparente se convierte en algo tan hipnótico y ya estoy perdida porque has propagando todo ese aroma que se me unta en la piel para que luego regrese con urgencia a esa parte que tanto me gusta y tener que buscarlo en los rincones de mis dedos y no encontrarlo, parecer una loca y echarle la culpa a la luna por acercarse demasiado y provocar todo esto.
Me has guardado en alguna parte de todo este pinche universo que nos absorbe (ojalá nos hiciera desaparecer). Luego regresas con toda esta marea alta y justo cuándo vas a tocarme con tu fulgor, me abalanzo a ti con más fuerza y por fin me arrastras hasta el fondo dónde ya nada puedo ver pero creo sentirlo todo. Quisiera quedarme dormida justo aquí y ya no tener que abrir los ojos y pretender avanzar, escuchar tus ecos ultramarinos que me dicen que aquí ya no existe el miedo, que abajo es arriba y que nuestro próximo primer encuentro, será por siempre...