Se bien que tú prefieres que nos amemos en voz alta, dandole la cara al mundo.
Sé que quieres un amor que retumbe por las esquinas y haga vibrar las paredes, y que todo el que nos mire nos envidie.
Pero... En cambio, yo prefiero amarte a oscuras en la tierna intimidad de un beso y la complicidad de una caricia para fundirnos con el calor de un abrazo.
Prefiero volvernos uno.
Yo quiero un amor cómplice de esos que ya no hay, capaz de hablar con las manos y dedicarnos futuros irreales —que suelen ser los perfectos— en cada mirada.
Anhelo con toda mi alma un amor inmenso, pero que sea apenas para dos, no un show barato circense para espectadores a quienes el morbo los mueve y son incapaces de entender algo simple…
Me niego a admitir que solo somos una pareja más, algo común de amor, de desamor, de encuentros, de desencuentros y besos que mueren en despedidas,de promesas rotas y reclamos faltos de fundamentos.
Pongamos lo mágico por encima de lo típico, es decir, pongamos nuestro amor por encima del mundo.
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