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TAL COMO UNA TORMENTA...

Aquella era una estrella que no paraba de morir, noche, tras noche, tras recuerdos, en sus brazos... 

Se sentía pequeña entre sus abrazos, pero grande cuando le desnudaba las cicatrices. 
Decía que las heridas ajenas las convertía en poesía, porque al escribir, siempre se pueden recoger parte de los escombros, tal como re construir una casa en ruinas, o simplemente tal como lo hace el agua que se lleva parte del desastre casi limpiando todo para poder iniciar. 

Se le veía despreocupada, sonriente, soñadora y a veces se le podía sorprender suspirando, como si ya no le quedara nada por hacer mas que arreglar los pequeños detalles antes de convertir al mundo de nuevo en una victima de su escapismo. 

Le asegura que el aguan no le calara lo huesos, pero sabe que es una trampa de bellas palabras y complot de lo inmortal. Lo único que cala es el dolor, aquel que te hace sentir insignificante en tu propio mundo. A veces se imaginaba rota, otras veces lo estaba y otras tantas lo maquillaba tan bonito que parecía la princesa de aquel cuento de hadas que un día alguien le contó.

Lo cierto es que nadie ha llegado a arreglarle los atardeceres de café, a mirarla a los ojos, toma su mano y decirle: tranquila. Yo estoy aquí para salvarte de ti, mi vida. 

Quien la conocía sabia bien que ella soñaba con aquel besos que la arropara antes de dormirse, con un par de poemas que le susurraran al oído cuando le hicieran el amor, y que le obsequiaran un par de recuerdos, de esos que iluminan las noches mas amargas o de tormentas infinitas. 
Todos mueren agonizando, pero ella murió con una sonrisa, y en su pecho a una fotografía que le compensó todas las noches que había llorado.

Lo cierto es que mas de mil veces nos ha matado una fotografía, una palabra, un perfume, un abrazo, un recuerdo o un adiós que no termina de pronunciarse. 
Eso es lo último que queda al final de la historia. 
Una habitación llena de lo ausente que se hacen presente siempre que a nuestra puerta llega el ayer y lo recibimos con lo que nos hubiese gustado que sucediese de otra forma.

Siento a ver llegado tarde, cielo. 

Había estado en tormentas equivocadas. 

Ven, te invito a que bailemos por favor concédeme este mal tiempo.

A si que te pido, que esta ultima noche no brillen estrellas, ni tampoco aquellas que fueron fugaces. tómame de la cintura hasta que lentamente me apague...





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